miércoles, 25 de enero de 2012

Oh, star

Siempre estaba sola, sin pensar en nada más, sin poder ver hacia otro lado que no fuese yo misma. La vida había sido dura conmigo, mi función empezaba temprano y terminaba tarde, y siempre, siempre, siempre... Era solitaria.

“Una guía”, me decían, “un punto de referencia”. Se suponía que era esa luz que llegaba al camino más oscuro, pero yo no lo creía.
Si no veía más que sombras en mi propio camino... ¿cómo podía alumbrar a los demás?

Un día llegaste. Recuerdo perfectamente como fue, porque de entre todas las voces que pudiera escuchar a lo largo de los años, solo la tuya me llegó. Esa dulce voz cubierta de las cenizas del pasado, de la sabia de la tristeza. Me miraste y no viste en mi ese guía del que todos hablaban... viste una compañera.

Me hiciste tu confidente.

Te escuché. Durante días, semanas, apagaba las voces a mi alrededor solo para poder escucharte, acompañarte, compartir ese espacio de tiempo que antes solo me pertenecía a mí. Empecé a querer hacer más, a quedarme cada vez más tiempo a tu lado, porque ya no estaba sola, tú me habías sacado de ese pozo, hablándome de tu tristeza, compartiéndola con alguien tan pequeño como yo...

Tus lágrimas me hicieron querer ayudarte.

Y algo cambió en mí, dejé de ser esa minucia solitaria, esa niña agazapada en el rincón, esa vela a punto de extinguirse. Porque tenía un motivo para brillar: tú. Tú, que cada día estabas a mi lado, tú, que me sonreías en los buenos momentos y me regalabas tus confidencias en el manto de la noche. Tú, que nunca te olvidabas de mí y seguías, día tras día, regalándome ese pequeño tiempo que se te había prestado...

...y que tarde o temprano acabaría.

Te vi crecer, sonreír, llorar, sentir, ser feliz. Todo, a mi lado. Eso me llenó tanto de gloria, que aún hoy, que ya no estás aquí, sigo con fuerzas, noche tras noche, alumbrando el camino a gente como tú, que en su día estuviste perdida... pero que junto a mi encontraste la felicidad.

Y sigo esperando ese día en el que puedas volver a mí, escuchando atentamente a ver si el viento me trae el sonido de tu voz de nuevo, sin extinguirme jamás,

Sin rendirme jamás.

Porque si yo no mantengo ese regalo que tú me entregaste, esa fe que disponías cada noche mientras me hablabas hasta el amanecer... ¿cómo podré seguir brillando?

Soy la primera guardiana de la noche, que brilla sola en el firmamento, más que cualquier otra conocida... Pero, gracias a ti, descubrí que no solo soy la estrella de la soledad...

Sino también la de la esperanza. 

martes, 24 de enero de 2012

Waiting for...?

Abriría una cajita, y lanzaría todas mis lágrimas, angustia y miedos en su interior.
Cual mariposa, desplegaría unas pequeñas alas para surcar los cielos, bien lejos, e iría en tu busca. Durante días,
semanas, meses,

vidas...

Hasta que pudiera encontrarte
Volver a verte, ahí, en ese cruce por el que te vi marchar sin mí.
Ahí volvería con mi cajita, cerrada a pulso con gran dificultad, y te la entregaría.

Para que pudiera volver a ver tu sonrisa,
para que, tras todo este tiempo de amargos silencios,
mis labios pudieran pronunciar 
esas dos grandes palabras mágicas 
que nunca lograron salir de mi boca, 
aunque mi corazón ansiaba soltarlas...

Y, así, pudiésemos empezar de cero.

¿lo harías tú por mí? ¿podrías sentir lo mismo?

Aquí sigo, en esta encrucijada sin moverme, sin avanzar, sin retroceder,
sin saber como entregarte estas dos palabras que aún hoy me pesan, pero que tanto ansío darlas como oírlas...

y no encuentro el método para encontrarlas.

“te perdono”

jueves, 12 de enero de 2012

Rinconcito chiquitito

Un pasito más, y mi mente se desboca.
Disfruto con esa risa tuya, que tanto me aporta.
Me dices que te gusta escucharme, y me siento crecer.

Me haces feliz.


Me pongo a cantar, a bailar, a dar saltos de alegría,
y agarro tus manos para que den vueltas con las mías,
un paso, dos, mientras canto a pleno pulmón
en una danza espero, jamás vea bajar el telón.

Tus pasos aminoran, tu sonrisa se cansa,
deshaces nuestras manos y me das la espalda.
“¿te pasa algo?” “no, no es nada”
“sigue cantando, que me alegras el alma”.

Sigo feliz, a tu lado, aunque tu te apagas torpemente
ya no me miras, tus ojos se pierden en el horizonte,
tus brazos pesan, cual pesados lingotes
tu risa se perdió, hace tiempo atrás...

Empiezo a preocuparme, a intentar recuperarte
de este pozo al que has caído
y del que no puedes alzarte
Tú me miras...

Y en tus ojos no hay brillo...


Me dices que me calle
que estás harto de escucharme
te duele la cabeza, no estás para cansarte.
Me duele, me aflijo
y en una esquinita me aovillo
a tu lado, nada lejos
para no perderte de vista ni un momento 
Y en silencio, sin más
así mi presencia no notarás.

A ver si con suerte vuelvo a ver
esa sonrisa que logré perder.

¿y si estoy haciendo esto
porque me siento completa a tu lado...
          ...por qué me siento como si no valiera nada?

miércoles, 4 de enero de 2012

Retazos de cielo

Anduve buscándote muchísimo tiempo, un lugar al que agarrarme con fuerza, donde sembrar mis ideas, mis momentos, pasiones y defectos...

Un lugar donde poder ser yo.

Al conocerte te desprecié, no eras lo que yo buscaba. Tus pequeños trazos no podían aguantar el peso de mi conciencia,  el dolor de mis sentimientos, la profundidad de mis palabras... te veía ahí, diminuto, como un pequeño feo tallo resquebrajadizo, que no tardaría en romperse. Pero, fuera de lo común, no te consumiste... Creciste, poco a poco, hiciste tu espacio más grande y empecé a verte, a palparte.

Empecé a escucharte. Y me gustaba lo que escuchaba.

El suelo estaba frío el día que decidí aceptarte. Las horas no pasaban, el tiempo se perdía y yo no podía moverme... recuerdo que pensé que ese momento en la fría piedra, esa llamada que no vibraba al llegar, esos ojos que no me veían y esa dulce voz que esperaba dentro de mí serían importantes más adelante, como si fueran las piezas de un extraño círculo mágico, que te traería a la vida.

Y así lo hizo.

Naciste, creciste, empezaste a brillar en mi interior. Te dediqué mis paseos, mis pensamientos, esbocé sentimientos perdidos por ti e inventé de nuevos para podértelos dar, en secreto, como alma que alimenta a su retoño con una pasión casi enfermiza.

Te acuné entre mis brazos, y mis ojos pasaron a ser también los tuyos, mis manos tus actos y mis oídos tus modo de escuchar el aliento del mundo. Empezaste a vivir.

Empezaste a soñar
.

Aprendiste a volar... pero no tienes alas.

Sigues siendo solo un retazo de lo que puedes ser. Está en mi mano darte ese impulso que te puede llevar muy lejos, muy alto, a ese lugar arriba en el cielo donde yo me ciegue por la luz del sol, donde sé que estarás bien y me sentiré orgullosa de ti, de mí misma.

Un lugar donde no podamos estar solos...

Ese impulso también podría destruirnos.

Todo se ha de hacer en su momento... ¿pero cual es ese momento? Si me apresuro, podemos caer, si me retraso, puede que sea tarde para echar a volar...

Por ahora, déjame acunarte una vez más, entre mis brazos...

Déjame estar contigo un segundo más... sentirte crecer dentro de mí...

antes de que llegue el momento de darte, mi luz, a este mundo.

Un mundo tan oscuro... que puede no sepa apreciarte.