lunes, 26 de noviembre de 2012

Mirando al horizonte


Me siento en esta orilla que es el límite de mi vida y pienso...
¿qué hago yo aquí?

Llegué a ella antaño, cuando aún creía en los sueños. Estos se desvanecieron y me dejaron aquí, confundida, sin saber qué hacer aparte de mirar el horizonte.
En esa ocasión me levanté y me fui. ¿Por qué?

Hacía frío.

Hoy estoy de nuevo aquí, contemplando el vasto mar.
Tuve nuevas ilusiones, aunque recelé de los sueños, no fuera que se me escaparan de nuevo.
Encontré nuevas caras, nuevos lugares, nuevos momentos.
Nuevos sentimientos.
Con todo, hoy vuelvo a estar aquí.

Y vuelvo a estar sola.

La mano que me acompañaba se perdió, no sé adónde fue, no sé si me está buscando.

No sé nada.

El mar me airea las ideas, deja mi mente hablando sola. Vuelvo a tener frío, y no hay nadie aquí que me dé un poco de calor.
Pero esta vez no voy a huir.

Me desprenderé de mis ropas, tiraré los zapatos a la húmeda arena y me lanzaré de cabeza a las olas.
Nadaré, e indagaré este horizonte más de cerca. Puede que así encuentre mis sueños perdidos, puede que así encuentre el motivo por el que seguir luchando.

Puede que así encuentre calor.

Quien quiera seguirme, sabrá dónde encontrarme, rompiendo la calma del mar.
Quien quiera estar a mi lado, me buscará.
Tal vez esa mano vuelva entonces, cuando deje de esperarla en la orilla, pensando solo en su calor, y me acompañe en este largo viaje que me queda por delante.

Tal vez...

Lástima, hoy hace mucho frío para desnudarse.
Tal vez mañana.

Hoy esperaré, no sea que cuando me lance a las olas, no pueda volver... y seas tú el que te quedes solo en esta orilla,

esperando uno de mis abrazos.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Sobre gustos...

Sus labios perfilados se contraen para dejar escapar un silbido corto mientras se lleva la mano a la entrepierna, haciendo un gesto obsceno.
 La mujer se queda petrificada, la mira de arriba abajo y sigue andando, alejándose del parque. 
 
Ivonne se ríe estrepitosamente, y vuelve a colocarse en posición, esperando a su próxima presa. Sus hormonas le cambiaron los pectorales musculosos por pechos sedosos, la enfermedad le hizo eunuco, y la sociedad lo ayudó con capas de maquillaje. 

Y pese a ser tan femenina, Iván aún disfruta los momentos en los que sonroja a una mujer, aunque sea de pura vergüenza, ante su comportamiento destructivo.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Paciencia

A la cola, como todo el mundo- le dijo la señora de recepción. Se quejó, habló de justicia y empezó a subir el tono, haciendo tanto barullo que tuvo que salir la encargada. 
 
Tras un rato de discusiones, insultos mutuos y aclaraciones varias, consiguieron ser atendidos; tarde, pues el enfermo ya era cadáver.

La recepcionista alzó los ojos ante los llantos del hombre, desesperado. Bufó y siguió atendiendo, no sin antes aclararle a su cliente:
  • ¿ve usted? Si hubiera esperado su turno sin tanto escándalo, hubiera tardado menos… ¡yo se lo dije por su bien, para que después digan que no hago bien mi trabajo!