domingo, 5 de febrero de 2012

1st card

Cuan polutas de polvo que aparecen de la nada, me encuentro revisando tus (pocas) fotos. Observo tus ojos entreabiertos, repaso tus labios sonrientes y me encuentro en ese rostro mío, que parecía tener luz propia.

No puedo aguantar las lágrimas. ¿Dónde estás?

Mis brazos recuerdan tu calor, y me hacen volver a ese día en el que nos despedimos.
¿Lo recuerdas?
En esa pequeña habitación, me prometiste quedarte a mi lado, pasara lo que pasara. Tus ojos eran sinceros, al igual que los latidos de mi corazón. Jamás me arrepentiré de ese momento, de ese calor tomado fugazmente, a pesar de saber que no duraría, que tú no me pertenecías y que era un sueño demasiado bonito para ser realidad.
Nunca me dijiste que se convertiría en una pesadilla.

Tus dedos recogieron mis lágrimas, y un beso acalló mi llanto en esa tarde de Abril. Promesas llovieron, y las agarré con fuerza, para volar con ellas. No tenía miedo... tú eras mi guía.

En esa encrucijada... te vi partir... y ya nunca más volviste.

Diez meses han pasado de ello. Meses de reflexión, de empezar, de terminar, de fracasar antes de intentar, de ahogarnos en vasos de agua. Dicen que el tiempo lo cura todo, mi vida... Lo creo, sin duda. Pero entonces ¿por qué no me sana a mí?

Quisiera volver a recorrer las calles con esa mirada que se comía el mundo, con esos andares ligeros que me daban al saber que, cuando llegara, me estarías esperando... Bailar tan solo con el sonido amplificado de tu risa y regalarte, día tras día, la mejor de mis personas...
Volver a ser esa niña que vivía por y para ti.

Te daría mil razones por las que te necesito a mi lado, y todas serían vanas excusas de una realidad doblada, necesitada, ahogada en palabras efímeras que no pueden expresar un atisbo de este grito que lanzo al cielo, cada noche, al ver que mi teléfono no suena, que no vuelves a por mí con una de tus hermosas sonrisas.

De esas que solo dibujabas para mí.

Diez meses han pasado... Pero yo paré el tiempo ese día, 15 de Abril, en el que volví a la realidad tras conocer el paraíso de tus brazos, creyendo que algún día, con perseverancia, podría recuperarlo...

Hoy te escribo esta carta, porque he comprendido que ese día nunca llegará.
Que da igual el tiempo que deje pasar, las hazañas que haga por tener un destello de tu mirada o las lágrimas que recoja mi almohada.

Tú existencia acabó ese 14 de Abril, en ese adiós mudo que no nos dimos.

Te cuento todo esto, para poder plasmar mi angustia en algo más que mi sangrante corazón, y poder empezar a curarlo, lenta y dolorosamente, pero mirando hacia el futuro, no hacia el pasado. Para poder dormir por las noches sin pensar, una vez más, que no hice lo propio, que el cielo y Tierra que te dí no fueron suficientes para tenerte, para que no te fueses con ella y nos dejaras solas.

No quiero pedirte más nada en esta carta, aparte de leerla, de poder decirte un adiós fuera del silencio que mantenemos firme después de tantos acontecimientos. Porque fuiste mi amigo, mi alma gemela, mi amante, mi triunfante, mi naranja entera.
Porque a tu lado descubrí que la vida no es blanca y negra, que tiene tonos alegres y tristes,
que todos los momentos pueden ser felices.

Porque me dejaste como recuerdo tuyo aquello que ahora más amo...

Y que jamás podrá conocerte.

Porque sé que tú ya no eres tú, que no me recuerdas, que aquél al que amé solo existió en mis ojos, mis oídos y mi mente... Sé que ahora la vuelves a amar a ella, que solo fui un pasatiempo, un bonito entretenimiento, y que el no poder tener hoy siquiera una de tus palabras afectuosas, que tanto y a tantos obsequiabas, es solo culpa mía.
Por vivir en tus palabras, por creer en esos momentos.

De ese hombre que sé que hoy vive en ti, ya no quiero nada. Ni su amor, ni su aprecio, ni siquiera un detalle para ese recuerdo que fue nuestro. Tan solo quiero poder recuperar esa palpitante sonrisa, que descubriste y te llevaste contigo... y que no quiere volver.

Ya que derrumbaste un pilar en mi vida al marchar... déjame reconstruirlo...

Y sé que ese hombre que me necesitaba, que vivía su vida al ritmo de la mía bien lejos se fue, que se perdió en tu olvido y mi recuerdo... pero si sigue ahí, por favor, si aún sabes donde encontrarlo... Dile...

Que lo echo de menos.

2 comentarios:

  1. Alguna vez te has podido plantear como puede estar "el", si está bien si esta mal puede que no te importe saber que piensa , el porqué de las cosas si se arrepiente si hizo mal en elegir puesto que segun se puede leer estabais tan bien, pienso que eligió mal puesto que con la que se quedó ni le trataba comno se merecia ni le trata hoy dia como se merece, pero asi es el ser humano es el unico, despues de todo, que tropieza con la misma piedra 2 veces. cuidate

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. leído tarde! Aunque el ser humano no tropieza 2, sino 3, y 4, y 5...
      No se puede cambiar si no hay sentimiento de cambio, por mucho que las palabras suenen a súplicas.
      Gracias por leerlo =)

      Eliminar