Por lo que mas quieras, lávate bien
esas manos antes de acostarte- le decía de espaldas, sin mirarla.
Ella se frotaba bien las manos, abriéndose la piel mientras intentaba no sollozar. No importaba cuanto intentara quitarse el barro, el hedor a muerte la perseguiría entre las sábanas. Lo sabía, como sabía que, aunque cavara las tumbas con los dientes, los cadáveres no dejarían de aparecer.
Pese a todo, nada la hacía llorar. Solo obedecía, esperando anhelante el abrazo de su madre, que volvería a quejarse del repugnante olor a muerte que emanaba la cama, sin darse cuenta que era ella quien se había manchado las manos.
Ella se frotaba bien las manos, abriéndose la piel mientras intentaba no sollozar. No importaba cuanto intentara quitarse el barro, el hedor a muerte la perseguiría entre las sábanas. Lo sabía, como sabía que, aunque cavara las tumbas con los dientes, los cadáveres no dejarían de aparecer.
Pese a todo, nada la hacía llorar. Solo obedecía, esperando anhelante el abrazo de su madre, que volvería a quejarse del repugnante olor a muerte que emanaba la cama, sin darse cuenta que era ella quien se había manchado las manos.
Vol 1 de la saga de microrrelatos (SM)
No hay comentarios:
Publicar un comentario