Sus
labios perfilados se contraen para dejar escapar un silbido corto
mientras se lleva la mano a la entrepierna, haciendo un gesto
obsceno.
La mujer se queda petrificada, la mira de arriba abajo y
sigue andando, alejándose del parque.
Ivonne
se ríe estrepitosamente, y vuelve a colocarse en posición,
esperando a su próxima presa. Sus hormonas le cambiaron los
pectorales musculosos por pechos sedosos, la enfermedad le hizo
eunuco, y la sociedad lo ayudó con capas de maquillaje.
Y pese a ser
tan femenina, Iván aún disfruta los momentos en los que sonroja a
una mujer, aunque sea de pura vergüenza, ante su comportamiento
destructivo.
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